Esta
actividad está relacionada con la teoría vista en el tema uno, en concreto, con
la literatura de autor dirigida a un determinado tipo de público, los niños. En
él hemos podido ver la diferencia entre los libros paraliterarios y literarios,
entre los que se encuentra este cuento, las características de los textos
literarios infantiles, que no es una literatura menor, sus límites de edad, el
objetivo de los mismos, sus beneficios para el desarrollo evolutivo del niño y,
lo que me parece más complicado, como futura maestra de educación infantil ¿en qué me debo fijar a la
hora de seleccionar el libro más adecuado para mis alumnos?, ¿cómo conseguiré
acertar y engancharles a la lectura para que ésta les acompañe toda su vida?
Título: Este monstruo me suena…
Autor: Gabriela Keselman
Ilustrador: Emilio Urberuaga
Editorial: La Galera
Fecha 1ª Edición: Octubre 2004
Curso en el que
me baso para realizar el análisis: 3º Infantil,
5
años
En
primer lugar, este libro lo he escogido porque el título me ha llamado la
atención “Este monstruo me suena…”, ¿a qué niño le suena un monstruo?, ¿qué
puede pasar en el cuento como para que un niño pequeño conozca a un monstruo?,
¿los niños pueden ser amigos de los monstruos? además, si nos fijamos en la
portada se puede observar un niño mirando “al monstruo” sin ninguna expresión
de miedo ni de angustia en su cara, es más, si nos fijamos el niño está
sonriendo, ¿qué niño en su sano juicio sonríe a un monstruo? También me
sorprendió que aquella persona que había dibujado al niño sonriendo delante de
un monstruo era Emilio Urberuaga, el creador del personaje gráfico de “Manolito
Gafotas”, uno de los personajes más célebres de la narrativa infantil de
nuestro país, ídolo tanto de niños como de mayores. Nacido en Madrid en 1954 es
un referente de la ilustración infantil, a nivel nacional e internacional, en
blanco y negro y en color, como es el caso de este cuento. La característica
que le define es su extraordinaria imaginación y su agudo sentido del humor,
que logra rápidamente que el lector simpatice con sus entrañables personajes, como
de la misma manera vamos a ver en este cuento.
Por
otra parte, la escritora es Gabriela Keselman, nacida en Buenos Aires en 1953.
Tiene una gran experiencia en el trabajo con niños, ya que ha sido docente en
el área de creatividad infantil, redactora de la revista “Ser padres hoy” y
jefa de la sección “Así crecen”, donde escribió sobre literatura infantil,
además de haber publicado más de 70 libros y haber recibido múltiples premios como
el de la Fundación Cuatrogatos en 2015.
Es
precisamente ella misma, en la publicación de una entrevista que le realizan en
el blog de dicha Fundación (Fundación Cuatrogatos, 2015) la que nos da la
primera clave que debemos plantearnos a la hora de elegir un texto. A la
pregunta “¿Qué tiene de especial para ti esa franja de lectores?”, ella
contesta “Siento que mis lectores y yo compartimos el mismo universo. Un
universo donde nos reímos, jugamos, imaginamos cosas imposibles, nos
consolamos, nos comprendemos y nos queremos”.
Por
lo tanto, como apunta la autora a fin de “compartir el mismo universo” para
empezar nunca debemos de olvidarnos de los gustos e inquietudes de los niños a
los que va dirigida la lectura, así como del grado de evolución madurativa
(cognitiva, emocional y social) en el que se encuentran.
Dicho
todo lo anterior, mi análisis para considerar que este libro puede estar
dirigido a niños de 5 años se basa en lo
siguiente:
En
cuanto al formato, este libro tiene un tamaño mediano, pesa poco, con hojas de
papel de grosor medio, fácilmente manejables. No tiene ningún elemento extra
(desplegables u otros materiales como tela o plástico) característicos de los
libros-juguetes propios de los niños de etapas infantiles inferiores (2-3 años).
Por esta razón considero que es manejable para los niños de 5 años.
Si
nos fijamos en el exterior, tenemos una portada de contrastes tanto en los
colores (negro-oscuros/rojo) como en las formas (grande-pequeño), además de una
ilustración de un niño con su oso de peluche subido a una silla y mirando
tranquilo hacia arriba, sonriendo al monstruo del cual solo se puede observar
sus extremidades superiores e inferiores y su enorme barriga. Si nos fijamos en
el interior y en las ilustraciones, se mantiene a lo largo de todo el cuento
este juego de contrastes, tanto en colores
(oscuro-rojo/oscuro-amarillo/oscuro-verde/oscuro-azul), como en tamaño
(gigantismo monstruo/pequeñez niño). Asimismo, nos encontramos en cada hoja,
ocupando gran parte de la misma, el texto correspondiente a cada ilustración.
Todas
estas características se ajustan muy bien para la edad de niños de cinco años
ya que, en cuanto al tamaño, el niño va a poder manejar el libro completamente
solo y pasar las hojas con facilidad. Por otra parte, a esta edad, como ocurre
en este cuento, el tamaño y el color de las ilustraciones todavía son
importantes para que centren la comprensión. También les va a llamar la
atención la ilustración del monstruo (grandote, torpón), ya que es un tema que viven
a diario a la hora de irse a dormir o cuando el niño siente una amenaza (están
en una etapa de miedos). En este caso al ver a un niño dibujado con una
sonrisa, enfrente de un monstruo, los niños no sólo se van a intrigar y motivar
para querer conocer la historia de este cuento, sino que les va a sugerir
sensación de tranquilidad y sentimiento de seguridad. Por lo tanto, tanto las
ilustraciones como que las imágenes concuerdan totalmente con la sucesión de la
historia les va a ayudar a comprender el contenido del cuento.,
En
cuanto a la tipografía, desde mi punto de vista la fuente utilizada es
fácilmente legible para los niños de 5 años. Aunque la letra que pretende
asemejarse a la caligrafía de un niño, como es este caso, no es la que los
niños están más acostumbrados, sin embargo sí es con la que más se identifican
ellos. En este sentido, también ayuda a ser más legible el tamaño de la letra
(aproximadamente 18 pts.), la separación que existe entre ellas, así como el
espaciado entre palabras, líneas y el propio texto con respecto a la
ilustración.
A
pesar de que dependerá del proceso evolutivo de cada niño, hay que tener en
cuenta que en esta etapa es cuando los niños están aprendido a leer, por lo que
les ayudará también a los niños de 5 años que se destaquen las palabras en tamaño mucho
más grande, a veces incluso en mayúsculas, cuyo significado se quiere fijar en
la comprensión lectora (“MONSTRUO”, “ENORME”, “MANAZAS”, “olla caliente”,
“salpicar con el agua”…). Igualmente les ayudará el uso de otros recursos como
el de asociar el movimiento y dirección de las letras, palabras o frases con el
concepto que se quiere expresar, como por ejemplo en la frase “Él se ríe
mucho”, cuya dirección se identifica con el trazo de una sonrisa o en la
palabra “salpicar”, cuyo baile de letras se identifica con el salpicado de las
gotas de agua. Como apunta la ilustradora danesa Hanne Bartholin (Intxausti,
2010) “la situación ideal es cuando las palabras bailan al unísono con los
dibujos, es entonces cuando el ensamblaje funciona y el lector lo pilla al
instante”.
Respecto
al contenido, podríamos decir que el tema principal del cuento es la percepción
que tiene el niño respecto de su padre y el argumento cómo a través de esa relación
de confianza y cariño se enfrenta diariamente a la rutina del baño. Ambos
pueden ser de bastante interés para los niños de cinco años, ya que pueden
percibir las diferentes maneras de actuar de su padre en cada situación.
Para
comprender mejor la percepción que los niños de cinco años, a los que va ir
dirigido el cuento, tienen de sus padres, primero tenemos que tener en cuenta
su grado de desarrollo madurativo. Los niños a esta edad tienen ya síntomas de
un mayor grado de evolución, relacionado con su deseo de adquirir cada vez más
autonomía y de querer crecer. Tienen una curiosidad insaciable y un
comportamiento más colaborativo, habiendo iniciado la fase de socialización
interaccionando con su grupo de amigos. En cuanto a la evolución cognitiva
comienza a interesarse por ideas más complejas y abstractas. Aunque continúa
siendo egocéntrico, es capaz de comenzar a ponerse en el lugar del otro, pasar
del yo al tú y al vosotros. No obstante, aunque sigue necesitando mucho de la
seguridad que les proporciona el núcleo familiar de sus padres, ya no sólo está
dispuesto a recibir de ellos afecto, sino que también están dispuestos a
conocerlos y lo hacen mediante la imitación.
Por
lo tanto, a medida que van siendo más independientes, prestan mayor atención a
los adultos y, sobre todo a los padres, que son los adultos a los que tiene más
cerca y más tiempo pasan con ellos. Les toman como referencia y los padres se
convierten en su modelo a través de, como hemos comentado anteriormente, la
imitación, que es una conducta instintiva que en el caso de los niños con sus
padres tiene un doble objetivo, por un lado el de aprender y, por otro lado el
de tener un sentido de pertenencia dentro de un grupo, en este caso el grupo de
la familia. También es un síntoma de empatía, de ser capaz de comenzar a
experimentar lo que otra persona siente. Por esta razón uno de los juegos
preferidos a esta edad es el juego simbólico de jugar a papás y a mamás y hacer
lo que ellos hacen. Son su modelo y quieren ser como ellos. No tienen ningún
espíritu crítico a la hora de imitarles (período de sobre-imitación), les
pueden llegar a idolatrar. En este sentido, el comportamiento de los niños se
convierte en fiel reflejo del de los padres.
En
cuanto a otro de los temas que aparecen en el cuento, la rutina del baño, me gustaría
destacar que durante toda la etapa infantil y más concretamente, a la edad de 5
años en la que los niños ya son más conscientes de todo lo que les rodea en su
entorno, establecer hábitos repetitivos y continuados con ellos, en una
necesidad básica como es la higiene, produce efectos muy positivos desde el
punto de vista emocional. Saber lo que tienen que hacer en cada momento de
manera ordenada todos los días, les da equilibrio, estabilidad y seguridad. Por
otra parte, les aporta constancia y regularidad, ayudándoles a madurar para ir
adquiriendo pequeñas responsabilidades, maneras de organización (tareas) e
inculcándoles valores como la cooperación con el adulto. A esta edad el niño ya
puede cooperar con el padre o la madre en su aseo personal. El tiempo del baño
supone, además, un tiempo de apego y afectividad que los padres dedican a sus
hijos, sin embargo también, como aparece en el cuento, significa que comienza a
ser el momento del día en el que el niño ha de comenzar a parar su deseo de
acción y ello a veces genera una pequeña conflictividad de intentar postergarlo
porque no aceptan la idea de tener que frustrar sus deseos de continuar con su
actividad.
Si
antes hemos comentado que los niños a esta edad tienen la capacidad de repetir
conductas a través de la imitación, también desde una tempranísima edad
infantil (antes de los 2 años) los niños comienzan a desarrollar la capacidad
de crear e imaginar, elaborando un pensamiento simbólico, que se va ampliando a
medida que los niños van creciendo. Por esta razón a la edad de 5 años, los
niños son capaces de inventarse, relacionar y simbolizar sus propias vivencias
colocándolas en contextos diferentes a través de esta representación simbólica.
Es el caso de lo que ocurre con el protagonista del cuento, que es capaz de
inventar una historia fantástica: el monstruo que intenta coger al niño para
llevárselo al baño, a partir de una situación cotidiana del niño con su padre,
que se repite todos los días. No tenemos que olvidar que la capacidad de creación
y de imaginación del niño parte de la realidad vivida, cuantas más vivencias
haya experimentado el niño, más importante y productiva será la actividad de su
imaginación, como así lo demuestra la imaginación del protagonista. Además, las
imágenes de fantasía sirven para expresar sentimientos, como puede ser la
resolución de conflictos con los adultos como intuimos que puede ocurrir con el
niño del cuento.
Por
último, respecto a la simbología que los monstruos tienen para los niños de
cinco años, en esta historia se cumple lo que suele pasar en otros muchos
cuentos y que aparentemente es contradictoria, ya que por una parte el monstruo
es un ser fantástico a través del cual se pretende infundir autoritarismo a los
niños (autoridad con miedo), pero por otra parte actualmente el perfil de
monstruo que los niños suelen imaginar termina siendo una figura amigable,
bonachona, que en este caso incluso se identifica con el padre. Por esta razón
no es de extrañar que el niño se relacione con él de una manera juguetona. Por
otra parte, también es verdad que a esta edad, a medida que los niños se van
haciendo más autónomos, les van surgiendo más temores y la figura de ese
monstruo cercano puede ayudarles a superar los obstáculos (miedos y confusión
propios del crecimiento y del aprendizaje) y tener un efecto positivo en su
desarrollo madurativo, ayudándoles a buscar soluciones.
El
cuento tiene una estructura lineal por lo que a la hora de comprender el libro
va a ser mucho más fácil para el niño. La historia comienza con que el niño se
encuentra un monstruo que le resulta conocido por el pasillo (planteamiento),
van sucediendo diferentes situaciones con el monstruo (nudo) hasta que
finalmente se da cuenta que aquel monstruo que le había resultado parecido era
su papá (desenlace).
En
este libro el protagonista es un niño, Eugenio, el cual se comporta como tal:
tiene un osito de peluche, se baña, se imagina que la bañera es una olla
gigante, juega, abraza a su padre, habla como un niño…, esto hace que el lector
de cinco años se sienta identificado con él. El hecho de que el protagonista
sea un niño divertido, alegre, incluso guasón está en consonancia con el
proceso evolutivo de los niños a esa edad, lo que Piaget denomina etapa pre-operacional.
Como señalábamos anteriormente, en esta etapa, por una parte, el niño sigue
sintiéndose lo más importante del mundo (egocentrismo), pero comienza a
construir su propia identidad, a conocerse a sí mismo, a saberse distinto, a
evolucionar su lenguaje, a aceptarse, a gustarse, todo ello primero en el
ámbito familiar como sucede con el protagonista y su padre, que se convierte en
el segundo personaje. Aunque al principio el lector no pueda deducir que el
monstruo es en realidad el padre, desde el primer momento se intuye a través de
los diálogos del niño. Al final, cuando se sabe y aparece el padre, no cabe
duda ya que sus acciones eran roles que normalmente son desempeñados por los
padres.
El
principal valor que muestra el protagonista al público lector es el de no tener
miedo, a pesar de que las apariencias le engañen y el de la aceptación final de
la autoridad paternal, a pesar de que lo que le obliga a hacer su padre no le
apetezca. Situación muy propia de los niños de 5 años, que nunca ven el momento
de dejar de jugar para realizar otras obligaciones. El principal valor del
padre es la perseverancia para inculcar hábitos y rutinas, en este caso
concreto el de la higiene personal diaria, pero de una manera lúdica y
cariñosa. No obstante, el hecho de que para que un niño realice una tarea, el
padre se tenga que disfrazar de monstruo, aunque sea como un juego, puede
entenderse como un contravalor ya que los niños no deben realizar las tareas
por miedo, ya que este tipo de motivación
puede transformar en una amenaza cuando son mayores. Otro de los valores
que muestra el padre es la afectividad con la que finalmente le premia al niño.
Por
último, el lenguaje del niño está cargado de humor y cotidianidad, sin dejar
aparte la expresión artística que el autor consigue a través de diferentes
recursos literarios como la personificación o atribución de cualidades humanas
al monstruo, la hipérbole o exageración “comer a besos”; las continuas
identificaciones de elementos o metáforas, el padre con un monstruo, la bañera
con la olla caliente, el gel con la crema pastelera; el uso continuo de
aumentativos (“grande”, “enorme”, “rodillazo”, “manazas”, “gorda”,
“tremendo”…), que evocan el mundo fantasioso de los grandes monstruos en la
mente de un niño y en contraste el uso de algunos diminutivos como “poquito”,
“directito”, “musiquitas”, “limpito”…, que evoca el pequeño mundo infantil.
Incluso hace uso de la interrogación retórica “Digo yo, ¿a esta hora no tendrá
otra cosa qué hacer? o de la aliteración para producir mayor sonoridad, por
ejemplo la repetición del sonido “r”: “El monstruo me quiere agarrar, pero yo
soy muy rápido y me escapo corriendo”. Este tipo de recursos literarios les
ayudará a disfrutar de la lectura y les abrirá la curiosidad.
Para
concluir creo que este libro sí lo llevaría y lo utilizaría en mi aula de
tercero de infantil para leérselo yo misma y después dejarlo en la biblioteca
del aula para que esté a su disposición. Las razones fundamentales son dos:
primero porque considero que a los niños les iba a gustar, ya que Eugenio es un
niño como ellos, que muestra una relación de cariño con su padre muy divertida
y, a lo mejor, a ellos también les gusta que la relación con su padre sea así,
es decir, intuyo que es una historia que les va a emocionar y que les va a
ayudar a desenvolverse en el ámbito familiar, teniendo en cuenta el momento
evolutivo en el que se encuentran (autoconocimiento y construcción de su
identidad diferenciada, paso del yo al tú) y segundo porque nos permitirá
debatir y reflexionar en grupo a toda la clase sobre cómo nos sentimos y
afrontamos los hábitos y las obligaciones.
Por
último, esta actividad me ha parecido muy útil para mi futuro como maestra ya
que nunca me había planteado la importancia que tiene escoger, de una manera
acertada, los libros que quieras utilizar en tu aula. Creo que, al fin y al
cabo, elegir los libros adecuados es una tarea mucho más difícil de lo que a
simple vista parece, pero a la vez se convierte en algo muy gratificante de
cara al futuro de los alumnos, ya que, si acertamos, la lectura y las historias
que conllevan les acompañarán para siempre.
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