jueves, 9 de abril de 2020

Corrección de la actividad 1 "Este monstruo me suena..."


Esta actividad está relacionada con la teoría vista en el tema uno, en concreto, con la literatura de autor dirigida a un determinado tipo de público, los niños. En él hemos podido ver la diferencia entre los libros paraliterarios y literarios, entre los que se encuentra este cuento, las características de los textos literarios infantiles, que no es una literatura menor, sus límites de edad, el objetivo de los mismos, sus beneficios para el desarrollo evolutivo del niño y, lo que me parece más complicado, como futura maestra de  educación infantil ¿en qué me debo fijar a la hora de seleccionar el libro más adecuado para mis alumnos?, ¿cómo conseguiré acertar y engancharles a la lectura para que ésta les acompañe toda su vida?




Título: Este monstruo me suena…
Autor: Gabriela Keselman
Ilustrador: Emilio Urberuaga
Editorial: La Galera
Fecha 1ª Edición: Octubre 2004
Curso en el que me baso para realizar el análisis:   3º Infantil,
                                                                                        5 años


En primer lugar, este libro lo he escogido porque el título me ha llamado la atención “Este monstruo me suena…”, ¿a qué niño le suena un monstruo?, ¿qué puede pasar en el cuento como para que un niño pequeño conozca a un monstruo?, ¿los niños pueden ser amigos de los monstruos? además, si nos fijamos en la portada se puede observar un niño mirando “al monstruo” sin ninguna expresión de miedo ni de angustia en su cara, es más, si nos fijamos el niño está sonriendo, ¿qué niño en su sano juicio sonríe a un monstruo? También me sorprendió que aquella persona que había dibujado al niño sonriendo delante de un monstruo era Emilio Urberuaga, el creador del personaje gráfico de “Manolito Gafotas”, uno de los personajes más célebres de la narrativa infantil de nuestro país, ídolo tanto de niños como de mayores. Nacido en Madrid en 1954 es un referente de la ilustración infantil, a nivel nacional e internacional, en blanco y negro y en color, como es el caso de este cuento. La característica que le define es su extraordinaria imaginación y su agudo sentido del humor, que logra rápidamente que el lector simpatice con sus entrañables personajes, como de la misma manera vamos a ver en este cuento.

Por otra parte, la escritora es Gabriela Keselman, nacida en Buenos Aires en 1953. Tiene una gran experiencia en el trabajo con niños, ya que ha sido docente en el área de creatividad infantil, redactora de la revista “Ser padres hoy” y jefa de la sección “Así crecen”, donde escribió sobre literatura infantil, además de haber publicado más de 70 libros y haber recibido múltiples premios como el de la Fundación Cuatrogatos en 2015.

Es precisamente ella misma, en la publicación de una entrevista que le realizan en el blog de dicha Fundación (Fundación Cuatrogatos, 2015) la que nos da la primera clave que debemos plantearnos a la hora de elegir un texto. A la pregunta “¿Qué tiene de especial para ti esa franja de lectores?”, ella contesta “Siento que mis lectores y yo compartimos el mismo universo. Un universo donde nos reímos, jugamos, imaginamos cosas imposibles, nos consolamos, nos comprendemos y nos queremos”.

Por lo tanto, como apunta la autora a fin de “compartir el mismo universo” para empezar nunca debemos de olvidarnos de los gustos e inquietudes de los niños a los que va dirigida la lectura, así como del grado de evolución madurativa (cognitiva, emocional y social) en el que se encuentran.

Dicho todo lo anterior, mi análisis para considerar que este libro puede estar dirigido a niños de 5 años  se basa en lo siguiente:

En cuanto al formato, este libro tiene un tamaño mediano, pesa poco, con hojas de papel de grosor medio, fácilmente manejables. No tiene ningún elemento extra (desplegables u otros materiales como tela o plástico) característicos de los libros-juguetes propios de los niños de etapas infantiles inferiores (2-3 años). Por esta razón considero que es manejable para los niños de 5 años.

Si nos fijamos en el exterior, tenemos una portada de contrastes tanto en los colores (negro-oscuros/rojo) como en las formas (grande-pequeño), además de una ilustración de un niño con su oso de peluche subido a una silla y mirando tranquilo hacia arriba, sonriendo al monstruo del cual solo se puede observar sus extremidades superiores e inferiores y su enorme barriga. Si nos fijamos en el interior y en las ilustraciones, se mantiene a lo largo de todo el cuento este juego de contrastes, tanto en colores (oscuro-rojo/oscuro-amarillo/oscuro-verde/oscuro-azul), como en tamaño (gigantismo monstruo/pequeñez niño). Asimismo, nos encontramos en cada hoja, ocupando gran parte de la misma, el texto correspondiente a cada ilustración.

Todas estas características se ajustan muy bien para la edad de niños de cinco años ya que, en cuanto al tamaño, el niño va a poder manejar el libro completamente solo y pasar las hojas con facilidad. Por otra parte, a esta edad, como ocurre en este cuento, el tamaño y el color de las ilustraciones todavía son importantes para que centren la comprensión. También les va a llamar la atención la ilustración del monstruo (grandote, torpón), ya que es un tema que viven a diario a la hora de irse a dormir o cuando el niño siente una amenaza (están en una etapa de miedos). En este caso al ver a un niño dibujado con una sonrisa, enfrente de un monstruo, los niños no sólo se van a intrigar y motivar para querer conocer la historia de este cuento, sino que les va a sugerir sensación de tranquilidad y sentimiento de seguridad. Por lo tanto, tanto las ilustraciones como que las imágenes concuerdan totalmente con la sucesión de la historia les va a ayudar a comprender el contenido del cuento.,

En cuanto a la tipografía, desde mi punto de vista la fuente utilizada es fácilmente legible para los niños de 5 años. Aunque la letra que pretende asemejarse a la caligrafía de un niño, como es este caso, no es la que los niños están más acostumbrados, sin embargo sí es con la que más se identifican ellos. En este sentido, también ayuda a ser más legible el tamaño de la letra (aproximadamente 18 pts.), la separación que existe entre ellas, así como el espaciado entre palabras, líneas y el propio texto con respecto a la ilustración.

A pesar de que dependerá del proceso evolutivo de cada niño, hay que tener en cuenta que en esta etapa es cuando los niños están aprendido a leer, por lo que les ayudará también a los niños de 5 años  que se destaquen las palabras en tamaño mucho más grande, a veces incluso en mayúsculas, cuyo significado se quiere fijar en la comprensión lectora (“MONSTRUO”, “ENORME”, “MANAZAS”, “olla caliente”, “salpicar con el agua”…). Igualmente les ayudará el uso de otros recursos como el de asociar el movimiento y dirección de las letras, palabras o frases con el concepto que se quiere expresar, como por ejemplo en la frase “Él se ríe mucho”, cuya dirección se identifica con el trazo de una sonrisa o en la palabra “salpicar”, cuyo baile de letras se identifica con el salpicado de las gotas de agua. Como apunta la ilustradora danesa Hanne Bartholin (Intxausti, 2010) “la situación ideal es cuando las palabras bailan al unísono con los dibujos, es entonces cuando el ensamblaje funciona y el lector lo pilla al instante”.    

Respecto al contenido, podríamos decir que el tema principal del cuento es la percepción que tiene el niño respecto de su padre y el argumento cómo a través de esa relación de confianza y cariño se enfrenta diariamente a la rutina del baño. Ambos pueden ser de bastante interés para los niños de cinco años, ya que pueden percibir las diferentes maneras de actuar de su padre en cada  situación.

Para comprender mejor la percepción que los niños de cinco años, a los que va ir dirigido el cuento, tienen de sus padres, primero tenemos que tener en cuenta su grado de desarrollo madurativo. Los niños a esta edad tienen ya síntomas de un mayor grado de evolución, relacionado con su deseo de adquirir cada vez más autonomía y de querer crecer. Tienen una curiosidad insaciable y un comportamiento más colaborativo, habiendo iniciado la fase de socialización interaccionando con su grupo de amigos. En cuanto a la evolución cognitiva comienza a interesarse por ideas más complejas y abstractas. Aunque continúa siendo egocéntrico, es capaz de comenzar a ponerse en el lugar del otro, pasar del yo al tú y al vosotros. No obstante, aunque sigue necesitando mucho de la seguridad que les proporciona el núcleo familiar de sus padres, ya no sólo está dispuesto a recibir de ellos afecto, sino que también están dispuestos a conocerlos y lo hacen mediante la imitación.

Por lo tanto, a medida que van siendo más independientes, prestan mayor atención a los adultos y, sobre todo a los padres, que son los adultos a los que tiene más cerca y más tiempo pasan con ellos. Les toman como referencia y los padres se convierten en su modelo a través de, como hemos comentado anteriormente, la imitación, que es una conducta instintiva que en el caso de los niños con sus padres tiene un doble objetivo, por un lado el de aprender y, por otro lado el de tener un sentido de pertenencia dentro de un grupo, en este caso el grupo de la familia. También es un síntoma de empatía, de ser capaz de comenzar a experimentar lo que otra persona siente. Por esta razón uno de los juegos preferidos a esta edad es el juego simbólico de jugar a papás y a mamás y hacer lo que ellos hacen. Son su modelo y quieren ser como ellos. No tienen ningún espíritu crítico a la hora de imitarles (período de sobre-imitación), les pueden llegar a idolatrar. En este sentido, el comportamiento de los niños se convierte en fiel reflejo del de los padres.

En cuanto a otro de los temas que aparecen en el cuento, la rutina del baño, me gustaría destacar que durante toda la etapa infantil y más concretamente, a la edad de 5 años en la que los niños ya son más conscientes de todo lo que les rodea en su entorno, establecer hábitos repetitivos y continuados con ellos, en una necesidad básica como es la higiene, produce efectos muy positivos desde el punto de vista emocional. Saber lo que tienen que hacer en cada momento de manera ordenada todos los días, les da equilibrio, estabilidad y seguridad. Por otra parte, les aporta constancia y regularidad, ayudándoles a madurar para ir adquiriendo pequeñas responsabilidades, maneras de organización (tareas) e inculcándoles valores como la cooperación con el adulto. A esta edad el niño ya puede cooperar con el padre o la madre en su aseo personal. El tiempo del baño supone, además, un tiempo de apego y afectividad que los padres dedican a sus hijos, sin embargo también, como aparece en el cuento, significa que comienza a ser el momento del día en el que el niño ha de comenzar a parar su deseo de acción y ello a veces genera una pequeña conflictividad de intentar postergarlo porque no aceptan la idea de tener que frustrar sus deseos de continuar con su actividad.

Si antes hemos comentado que los niños a esta edad tienen la capacidad de repetir conductas a través de la imitación, también desde una tempranísima edad infantil (antes de los 2 años) los niños comienzan a desarrollar la capacidad de crear e imaginar, elaborando un pensamiento simbólico, que se va ampliando a medida que los niños van creciendo. Por esta razón a la edad de 5 años, los niños son capaces de inventarse, relacionar y simbolizar sus propias vivencias colocándolas en contextos diferentes a través de esta representación simbólica. Es el caso de lo que ocurre con el protagonista del cuento, que es capaz de inventar una historia fantástica: el monstruo que intenta coger al niño para llevárselo al baño, a partir de una situación cotidiana del niño con su padre, que se repite todos los días. No tenemos que olvidar que la capacidad de creación y de imaginación del niño parte de la realidad vivida, cuantas más vivencias haya experimentado el niño, más importante y productiva será la actividad de su imaginación, como así lo demuestra la imaginación del protagonista. Además, las imágenes de fantasía sirven para expresar sentimientos, como puede ser la resolución de conflictos con los adultos como intuimos que puede ocurrir con el niño del cuento.

Por último, respecto a la simbología que los monstruos tienen para los niños de cinco años, en esta historia se cumple lo que suele pasar en otros muchos cuentos y que aparentemente es contradictoria, ya que por una parte el monstruo es un ser fantástico a través del cual se pretende infundir autoritarismo a los niños (autoridad con miedo), pero por otra parte actualmente el perfil de monstruo que los niños suelen imaginar termina siendo una figura amigable, bonachona, que en este caso incluso se identifica con el padre. Por esta razón no es de extrañar que el niño se relacione con él de una manera juguetona. Por otra parte, también es verdad que a esta edad, a medida que los niños se van haciendo más autónomos, les van surgiendo más temores y la figura de ese monstruo cercano puede ayudarles a superar los obstáculos (miedos y confusión propios del crecimiento y del aprendizaje) y tener un efecto positivo en su desarrollo madurativo, ayudándoles a buscar soluciones.

El cuento tiene una estructura lineal por lo que a la hora de comprender el libro va a ser mucho más fácil para el niño. La historia comienza con que el niño se encuentra un monstruo que le resulta conocido por el pasillo (planteamiento), van sucediendo diferentes situaciones con el monstruo (nudo) hasta que finalmente se da cuenta que aquel monstruo que le había resultado parecido era su papá (desenlace).

En este libro el protagonista es un niño, Eugenio, el cual se comporta como tal: tiene un osito de peluche, se baña, se imagina que la bañera es una olla gigante, juega, abraza a su padre, habla como un niño…, esto hace que el lector de cinco años se sienta identificado con él. El hecho de que el protagonista sea un niño divertido, alegre, incluso guasón está en consonancia con el proceso evolutivo de los niños a esa edad, lo que Piaget denomina etapa pre-operacional. Como señalábamos anteriormente, en esta etapa, por una parte, el niño sigue sintiéndose lo más importante del mundo (egocentrismo), pero comienza a construir su propia identidad, a conocerse a sí mismo, a saberse distinto, a evolucionar su lenguaje, a aceptarse, a gustarse, todo ello primero en el ámbito familiar como sucede con el protagonista y su padre, que se convierte en el segundo personaje. Aunque al principio el lector no pueda deducir que el monstruo es en realidad el padre, desde el primer momento se intuye a través de los diálogos del niño. Al final, cuando se sabe y aparece el padre, no cabe duda ya que sus acciones eran roles que normalmente son desempeñados por los padres.

El principal valor que muestra el protagonista al público lector es el de no tener miedo, a pesar de que las apariencias le engañen y el de la aceptación final de la autoridad paternal, a pesar de que lo que le obliga a hacer su padre no le apetezca. Situación muy propia de los niños de 5 años, que nunca ven el momento de dejar de jugar para realizar otras obligaciones. El principal valor del padre es la perseverancia para inculcar hábitos y rutinas, en este caso concreto el de la higiene personal diaria, pero de una manera lúdica y cariñosa. No obstante, el hecho de que para que un niño realice una tarea, el padre se tenga que disfrazar de monstruo, aunque sea como un juego, puede entenderse como un contravalor ya que los niños no deben realizar las tareas por miedo, ya que este tipo de motivación  puede transformar en una amenaza cuando son mayores. Otro de los valores que muestra el padre es la afectividad con la que finalmente le premia al niño.

Por último, el lenguaje del niño está cargado de humor y cotidianidad, sin dejar aparte la expresión artística que el autor consigue a través de diferentes recursos literarios como la personificación o atribución de cualidades humanas al monstruo, la hipérbole o exageración “comer a besos”; las continuas identificaciones de elementos o metáforas, el padre con un monstruo, la bañera con la olla caliente, el gel con la crema pastelera; el uso continuo de aumentativos (“grande”, “enorme”, “rodillazo”, “manazas”, “gorda”, “tremendo”…), que evocan el mundo fantasioso de los grandes monstruos en la mente de un niño y en contraste el uso de algunos diminutivos como “poquito”, “directito”, “musiquitas”, “limpito”…, que evoca el pequeño mundo infantil. Incluso hace uso de la interrogación retórica “Digo yo, ¿a esta hora no tendrá otra cosa qué hacer? o de la aliteración para producir mayor sonoridad, por ejemplo la repetición del sonido “r”: “El monstruo me quiere agarrar, pero yo soy muy rápido y me escapo corriendo”. Este tipo de recursos literarios les ayudará a disfrutar de la lectura y les abrirá la curiosidad.

Para concluir creo que este libro sí lo llevaría y lo utilizaría en mi aula de tercero de infantil para leérselo yo misma y después dejarlo en la biblioteca del aula para que esté a su disposición. Las razones fundamentales son dos: primero porque considero que a los niños les iba a gustar, ya que Eugenio es un niño como ellos, que muestra una relación de cariño con su padre muy divertida y, a lo mejor, a ellos también les gusta que la relación con su padre sea así, es decir, intuyo que es una historia que les va a emocionar y que les va a ayudar a desenvolverse en el ámbito familiar, teniendo en cuenta el momento evolutivo en el que se encuentran (autoconocimiento y construcción de su identidad diferenciada, paso del yo al tú) y segundo porque nos permitirá debatir y reflexionar en grupo a toda la clase sobre cómo nos sentimos y afrontamos los hábitos y las obligaciones.

Por último, esta actividad me ha parecido muy útil para mi futuro como maestra ya que nunca me había planteado la importancia que tiene escoger, de una manera acertada, los libros que quieras utilizar en tu aula. Creo que, al fin y al cabo, elegir los libros adecuados es una tarea mucho más difícil de lo que a simple vista parece, pero a la vez se convierte en algo muy gratificante de cara al futuro de los alumnos, ya que, si acertamos, la lectura y las historias que conllevan les acompañarán para siempre.


BIBLIOGRAFÍA:

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